Anestesia para el parto
¿Anestesia para el parto? El objetivo de las siguientes preguntas es el de contestar una serie de dudas que surgen a la hora de decidir si como paciente opta por un parto con anestesia epidural, con el fin de que pueda escoger con la mayor información posible y evidencia científica.
Hay que recordar que el anestesiólogo es un miembro indispensable en el equipo de atención obstétrica, no solamente para proporcionar analgesia durante el proceso de parto, sino también a la hora de resolver las gravísimas e imprevisibles emergencias obstétricas.
La aparición del dolor durante el trabajo de parto se debe a las propias contracciones uterinas y a la distensión de todas las estructuras anatómicas del canal de parto en los procesos de dilatación y descenso del bebé.
La experiencia de una misma con el dolor durante el parto depende de factores neurofisiológicos, obstétricos, psicológicos y sociales. Una buena preparación previa al parto para intentar disminuir la ansiedad asociada al dolor ayuda mucho en el control del dolor durante el parto.
No hay evidencia alguna de que el dolor durante el parto sea beneficioso ni para la madre ni para el bebé. Es cierto que estimula la secreción de hormonas como la oxitocina que son indispensables para un correcto trabajo de parto y que estimula a pujar durante las contracciones pudiendo acortar el proceso, pero hay que tener en cuenta que el dolor no deja de ser un factor estresante.
En esta reacción de defensa, varias estructuras cerebrales están involucradas, y como consecuencia, se produce taquicardia, elevación de la presión arterial, vasoconstricción en piel y vísceras, vasodilatación en músculos estriados e hiperventilación. Estos cambios fisiológicos pueden causar resultados desfavorables al proceso de parto y consecuentemente a las condiciones de nacimiento del bebé.
Es una técnica para controlar el dolor asociado al parto en el útero, la vagina y la zona lumbar. El anestésico local se deposita en un espacio denominado espacio peridural o epidural a través de un catéter muy fino introducido en la columna vertebral, y bloquea la sensación dolorosa recogida por los nervios que entran a la médula espinal.
El momento idóneo es en un trabajo de parto ya iniciado y con una dilatación del cuello uterino de 3-4 cm. Por este motivo, tanto el equipo de ginecología y matronas, como el anestesiólogo responsable, estudiarán el avance de cada parto de forma individual y decidirán cuándo es el mejor momento de aplicar la epidural.
Tres cosas básicas:
- Buena colocación para facilitar la técnica al anestesiólogo. La matrona le explicará cuál es la posición correcta.
- Evitar movimientos bruscos. De esta forma se disminuye el riesgo de una complicación secundaria al traumatismo por la aguja.
- Avisar de que va a tener una contracción.
El alivio del dolor es progresivo y se establece a los 15-20 minutos desde su aplicación. La duración de un bolus suele durar unas 2 horas, pero se repite su administración a través del catéter para proporcionar analgesia continua durante todo el proceso de parto.
A veces debido a alteraciones anatómicas, dosis insuficiente, dificultades técnicas o malposición del catéter no se consigue una correcta analgesia quedando alguna zona del cuerpo con dolor. En este caso el anestesiólogo revisará el correcto funcionamiento administrando una dosis mayor o reposicionando el catéter epidural. En caso de que estas medidas sean insuficientes, se puede repetir una nueva técnica epidural en función del estado del trabajo de parto que se encuentre.
La colocación del catéter para la anestesia epidural siempre se precede de la aplicación de anestesia local con una aguja muy fina en la zona de punción. Notará un “pinchacito” y un escozor intenso debido al anestésico local. Posteriormente se suele notar una presión en la espalda secundaria a la entrada de la aguja de la epidural. En caso de notar dolor, avise al anestesiólogo que le podrá aplicar más anestesia local.
Actualmente, y a diferencia de hace 15-20 años atrás, se ha dado mucha importancia a la experiencia sensorial del parto. Por este motivo, la concentración de la dosis administrada únicamente busca el alivio del dolor, sin bloquear la sensación de las contracciones y de estar pariendo. Por este motivo en el momento de expulsión del feto, va a notar mucha presión en el canal del parto que le ayudará a pujar durante las contracciones. Como efecto secundario notará una debilidad en piernas que muchas veces no le permitirá estar de pie o caminar.
En este caso, y si ya lleva la epidural puesta, el anestesiólogo le administrará una dosis más concentrada de anestésico local para poder realizar la cesárea con las máximas garantías de analgesia y velará por su seguridad durante toda la intervención.
En caso de que no lleve puesta la epidural o en cesáreas programadas, la anestesia suele ser de tipo espinal intradural (ver tipos de anestesia).
En caso de haber una contraindicación para una anestesia espinal o en caso de una emergencia obstétrica que ponga en riesgo la vida de la madre o del bebé (y no poder esperar a administrar una anestesia espinal), se optará por una anestesia general.
La walking epidural o epidural móvil es una epidural convencional que mediante una concentración mínima de anestésico local permite la deambulación con un control adecuado del dolor durante las primeras etapas del parto. No se trata de realizar una técnica diferente. Para someterse a una walking epidural es necesario presentar unas condiciones obstétricas determinadas acorde con el equipo de ginecología y matronas, no estando indicada en aquellos casos en los que la mamá se encuentra en una fase avanzada del trabajo de parto.
Antes de nada, hay que leer muy bien el consentimiento informado y preguntar todas las dudas al respecto previamente a la toma de decisiones. Hay una serie de efectos secundarios o complicaciones asociados a esta técnica, aunque la mayoría son de carácter leve y no siempre aparecen, dependiendo muchas veces de la dosis administrada:
- Punción accidental de la duramadre, que es una membrana que envuelve la médula espinal. El parto seguiría su curso normal, pero se puede producir un dolor de cabeza intenso a partir de las 48 horas y requerir tratamiento específico. Es un dolor de cabeza que mejora en posición horizontal y que se suele resolver antes de las dos semanas. El riesgo de que una punción accidental ocurra suele estar entre el 1-3%.
- Disminución de la presión arterial, que a veces se acompaña de un descenso de la frecuencia cardíaca fetal de forma transitoria. Por este motivo siempre se monitoriza al bebé antes y después de una epidural.
- Disminución de la contractilidad uterina, requiriendo el uso de oxitocina y una mayor incidencia de parto instrumentado.
- Dolor en la zona de punción posterior al parto
- Temblores, sensación de calor, picor, debilidad en piernas, dificultad para orinar. Efectos asociados directamente a la medicación y que desaparecen cuando pasa su efecto.
La investigación en pacientes embarazadas siempre comporta una limitación por motivos éticos y eso conlleva una dificultad añadida a la hora de realizar estudios de calidad, generando una cantidad de estudios que dan tanto resultados positivos como negativos por lo que respecta a los riesgos asociados a un parto con anestesia epidural. Por este motivo, es necesaria una lectura crítica con conocimientos médicos y científicos para poder declarar según qué afirmaciones.
Según una revisión de la prestigiosa base de datos Cochrane en 2018, la cuál analiza todos los estudios con unos criterios de calidad mínimos, NO encuentra asociaciones evidentes entre la aplicación de la epidural y la duración del parto o el estado del bebé inmediatamente tras el nacimiento (test APGAR). De hecho, sí que evidencia un efecto protector ante la tasa de cesáreas y el riesgo de sufrir una hemorragia periparto, por no hablar del grado de alivio y satisfacción que se consigue con una anestesia epidural.
Referencias Bibliográficas
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