FAQS
Preguntas y respuestas
Como todo en la vida, claro que tiene riesgos. No obstante, hoy en día la anestesia es un procedimiento razonablemente seguro gracias a los avances científicos en las últimas décadas y permite que día tras día millones de personas se operen en todo el mundo. Las incidencias con la anestesia son muy poco frecuentes, por lo que no deben temerse.
Sin embargo, el riesgo anestésico se debe personalizar en cada caso en función de las enfermedades previas de cada paciente, las condiciones físicas, el tipo de intervención, etc.
Entre los principales riesgos están:
- Problemas cardiovasculares: tensión arterial baja, arritmias cardíacas, etc.
- Problemas respiratorios
- Reacción alérgica a algún fármaco administrado
- Lesión de algún tejido al aplicar una técnica anestésica (tubo endotraqueal, agujas, etc.)
- Confusión y delirio pasajero tras una anestesia general
Es por eso que un buen estudio preoperatorio por parte de un anestesiólogo es clave para disminuir este riesgo.
Este es un miedo muy generalizado en la población y comprensible. La probabilidad de que esto pase hoy en día es prácticamente inexistente ya que disponemos de sensores que nos indican la profundidad anestésica en todo momento y los fármacos que mantienen la anestesia general se administran mientras dure toda la intervención.
El riesgo de que esto ocurra es extremadamente bajo y se debe normalmente a un hematoma producido por la aguja próximo a la médula espinal, más que a un traumatismo sobre la médula con la propia aguja. Los anestesiólogos/as somos especialistas en estás técnicas y siempre las realizamos con la máxima seguridad posible asegurándonos de que la sangre coagule correctamente mediante un estudio preoperatorio.
Por supuesto. El anestesiólogo/a en consulta comprobará que no existan riesgos asociados para usted mediante una revisión de sus antecedentes, un examen físico y una batería de pruebas complementarias. La no presentación a la consulta preanestésica puede ser motivo de cancelación de la cirugía.
La noche anterior a la intervención realice una cena ligera (carne a la plancha, pescado, tortilla), después guarde ayuno absoluto (sin comer, ni beber) al menos 8 horas antes de acudir al Hospital: desde la noche previa a la cirugía (24.00h): si se opera por la mañana, desde las 7.00h (desayuno ligero) si se opera por la tarde.
Si tiene que tomar medicación por la mañana, deberá tomar la que le indique el anestesiólogo y puede hacerlo con un sorbo de agua. No tome alcohol al menos 24 HORAS antes de la intervención y deje de fumar, si puede, desde este momento.
Es esencial para su seguridad el seguir las indicaciones específicas de ayuno facilitadas por el anestesiólogo. Ello se debe al posible riesgo de vómitos durante la anestesia, lo que puede originar complicaciones muy serias en las vías respiratorias.
En la mayoría de pacientes, administramos una dosis de sedación ligera por la vía periférica para ayudarle a calmar los nervios asociados a entrar a un quirófano. Esto se realiza en la sala de prequirófano una vez canalizada la vía periférica. En el caso de niños pequeños se administra por vía oral.
No, en ningún caso se va a dormir para un procedimiento dental ambulatorio. Se administra la sedación necesaria, sin perder la consciencia, para obtener un estado de confort óptimo durante el procedimiento.
Tras la intervención irá a la Sala de Despertar, donde el equipo de enfermería se encargará de monitorizar sus constantes vitales y administrar fármacos para el dolor en caso de ser necesarios, siempre bajo la atención del equipo de anestesiología.
Otra opción y siempre dependiendo del tipo de cirugía, de los antecedentes médicos de cada paciente o de si han habido complicaciones, será la Unidad de Cuidados Intensivos, donde se le dará una atención continua y especializada.
Siempre administramos fármacos durante la cirugía para disminuir el dolor postoperatorio y realizamos una serie de técnicas para evitarlo (Anestesia locorregional), por lo que la incidencia de dolor intenso postoperatorio es muy baja.
No obstante, afirmar que no tendrá dolor tras una cirugía en todos los casos, no siempre se puede cumplir, pero no dude en que pondremos todos los medios técnicos y farmacológicos para conseguir que pueda estar con el menor dolor y el mayor confort posibles.
Esta es una pregunta típica que nos hacen a los anestesiólogos o simplemente muchos pacientes dan por hecho que ellos son más de una de las dos opciones porque en alguna cirugía tuvieron muchos vómitos o les costó orinar. La anestesia como cualquier otro fármaco sufre un proceso de metabolización, generalmente en el hígado, y de eliminación, generalmente por la orina o por la propia respiración, que tiene sus tiempos. El hecho de sufrir vómitos tras una cirugía se debe a un efecto secundario de algún fármaco anestésico o de la propia cirugía, pero en ningún caso se elimina a través del vómito. Generalmente solemos administrar otros fármacos para evitar esta situación en el postoperatorio, pero hay pacientes más susceptibles de sufrirlos. En cuánto a eliminar la anestesia por la orina, técnicamente puede ser cierto, pero no se elimina toda de golpe y el hecho de esperar a que orine tras una cirugía se debe a un paso de seguridad para evitar complicaciones en la vejiga tras una anestesia espinal, normalmente.
Como cualquier otro paciente, tendrá que pasar por una consulta preanestésica con la batería de pruebas complementarias necesarias para dar el visto bueno anestésico, así como cumplir con las indicaciones de ayuno.
El día de la cirugía acudirá al hospital y esperarán a ser llamados. Los niños pequeños (menos de 10 años) se suelen premedicar unos minutos antes de la cirugía con una solución oral de Midazolam para que entren con la mayor tranquilidad posible a quirófano y no suponga un evento traumático para el niño/a. A los niños mayores y adolescentes se les colocará una vía periférica en una vena para poder administrarles la anestesia, como a cualquier adulto. En caso de pánico a las agujas recomendamos la aplicación de alguna pomada con anestésico local en la zona de punción 30 minutos antes por parte de sus progenitores.
Una vez en quirófano, se inicia la anestesia general por dos vías diferentes:
- En caso de no tener vía periférica, a través de una mascarilla facial. Una vez dormido, sí que se canaliza una vía periférica.
- En caso de tener vía periférica, a través de ella.
En la mayoría de casos (como en adultos) será necesaria la aplicación de un dispositivo en vía aérea para mantener la correcta respiración y oxigenación del niño/a.
Una vez finalizada la cirugía, se trasladará al niño/a a la Sala de Despertar donde podrá despertar con uno de los tutores y esperar a su completa recuperación para poder ser dado de alta a la planta o a su domicilio.
No. Debido a un adecuado mantenimiento del funcionamiento y la esterilidad de los quirófanos, no se permite la entrada de los padres. No obstante, sí que podrán entrar a la Sala de Despertar para que su hijo/a despierte con uno de ustedes y no se vea solo en un entorno desconocido.
Si puede, notifíquelo a su cirujano antes de acudir al hospital. Si no ha podido, notifíquelo al anestesiólogo encargado de su caso para valorar si se puede proceder a la cirugía o se tiene que suspender. Siempre primaremos por su seguridad.
En niños sanos sin riesgo aumentado de regurgitación/broncoaspiración, se considera seguro un ayuno de 2 horas para líquidos claros, de 4 horas para leche materna, y de 6 horas para sólidos, leches de fórmula y leche no humana.
La información es algo necesario y positivo para la niña y el niño que van a ser operados. Lógicamente, hay que adaptarla a su nivel madurativo, sus preguntas y a las inquietudes que manifiesta. El grado de comprensión de la información y por ello la manera de proporcionarla, está en función de su edad.
- Hasta los 3 años:
Como progenitor de un niño/a pequeños al que debe anestesiarse, probablemente sea la persona adulta la que sienta una mayor preocupación y angustia. Se trata de sentimientos totalmente normales, pero ha de recordar que los bebés de hasta 4 ó 6 meses de edad suelen poder separarse fácilmente de sus progenitores y sentirse pese a todo protegidos con las personas que cuidan de ellos.
Entre los 6-8 meses y los 2 años muchos niños y niñas experimentan períodos de temor por los extraños, lo cual viene condicionado por su desarrollo. En este tramo de edad basta con una explicación corta y sencilla sobre lo que va a ocurrir. Los menores de 3 años tienen una noción del tiempo incompleta, por lo que no debe informarles con demasiada antelación. A los que están empezando a hablar puede comunicárselo un día antes o el mismo día.
- 3-6 años:
Los niños y niñas en edad preescolar viven en un mundo de fantasía y concepciones mágicas. Por tanto la información debe ser breve y sencilla. Ellos aprenden mediante juegos, por lo que debe otorgarse prioridad a este método de comunicación. En este sentido, recurrir a un juguete junto con un “maletín de doctor” puede resultar de gran utilidad. La noción del tiempo de los niños y niñas en edad preescolar también es limitada. Así pues, la información debe distribuirse a lo largo de un número breve de días, por ejemplo, una semana, ofreciendo información más detallada uno o dos días antes del tratamiento u operación.
- 6-12 años:
Los niños/as en edad escolar empiezan a diferenciar entre imaginación y realidad y saben que pueden ponerse enfermos por problemas internos y no sólo por alguna circunstancia externa como un accidente. Los menores de este grupo de edad pueden expresar sus sentimientos y son capaces de comprender el motivo y el efecto de una exploración médica. En comparación con los más pequeños muestran un mayor interés por lo que va a ocurrir. Debemos informarles a demanda según el contenido de sus preguntas. A esta edad los bocetos y dibujos sirven de instrumento para transmitir sus pensamientos y preocupaciones. Se aconseja informarles una semana antes de la intervención.
- Adolescencia:
La adolescencia constituye un período de gran intensidad en la vida de las personas, lleno de importantes cambios físicos y psíquicos. Los adolescentes tienden a verse como el centro de todas las cosas. Suelen creer que nadie ha atravesado antes la misma situación o experimentado los mismos sentimientos. El adolescente desea que se le considere casi como un adulto y quiere que le informen casi como tal. Por tanto, ya no se contentan con saber lo que va a ocurrir durante un determinado procedimiento o intervención, sino que les interesa el proceso en su integridad. Debe animarse al adolescente a realizar preguntas y ha de incluírsele en las discusiones, planteamientos y decisiones. La información debe facilitársele con una antelación suficiente para las oportunas reflexiones y consideraciones. Advierta al adolescente sobre la posibilidad de anotar sus preguntas y dudas para llevarlas más tarde al hospital.